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Carta en Solidaridad

Estimado hermanxs, estimadxs compañerxs:

Reciban mis saludos desde el extremo sur de nuestro continente. Mi nombre es Pablo Ruiz, vivo en Santiago de Chile, trabajo desde el año 2000 para cerrar la Escuela de las Américas. Me uní a estos esfuerzos por Eduardo Villaseca, un chileno que vivió en Minnesota y que lamentablemente falleció.
 
Cuando supe por Eduardo que existía esta academia militar entendí que lo sucedido en Chile, en la época del dictador Pinochet, no fue casual. Que los asesinatos y torturas no fueron una idea loca de algunos militares. Entendí que lo que sucedió en Chile fue fríamente calculado y enseñado por soldados estadounidenses a soldados latinoamericanos en la Escuela de las Américas. Que incluso, hubo y quizás siguen habiendo, manuales de tortura y de ejecuciones con los que se preparó a los militares.
 
Las consecuencias de aquella historia de terror siguen golpeando a miles de sobrevivientes de la tortura por toda América Latina.
 
Muchas madres, esposas e hijas siguen todavía buscando a sus detenidos desaparecidos por todo nuestro continente. Muchas de esas mujeres, valerosas, siguen exigiendo verdad y justicia y que estos crímenes no queden ni en la impunidad ni en el silencio.
 
Quisiera decirles que esos hechos acabaron, pero esa historia, lamentablemente, sigue repitiéndose en Honduras, México y Colombia donde se registran hoy violaciones a los derechos humanos.
 
Esa historia sigue repitiéndose cada vez que en nuestros pueblos se persigue a los que reclaman sus derechos. Aquí, por ejemplo, con el Pueblo Mapuche donde en plena “democracia” han sido asesinados varios comuneros mapuche.
 
Resulta increíble que llegáramos al año 2011 y todavía sigan ocurriendo estos hechos que entristecen a cualquier alma justa. Que causan tanto dolor a las nuevas víctimas de hoy, a sus comunidades, a sus familiares, que lloran por la sangre derramada y por la injusticia.
 
En Estados Unidos, tenemos a nuestros prisioneros de conciencia injustamente encarcelados por denunciar a la Escuela de las Américas. Ellos son un ejemplo de vida que fortalece nuestro movimiento por la paz.
 
Las acciones que hoy se realizan en Estados Unidos y en otros lugares de América Latina, son un testimonio de resistencia porque, sencillamente, tenemos el derecho de vivir en paz. 
 
El padre Roy siempre lo dice, no necesitamos la Escuela de las Américas. Necesitamos hospitales, cuadernos, alimentos, para poder vivir. No sólo en América Latina, también en los mismos Estados Unidos donde hay millones de personas sin derechos humanos.
 
Esperamos, luchando, ese buen día que se cierre la Escuela de las Américas, y donde se abran las anchas Alamedas por donde transite el hombre libre para construir un futuro mejor, como decía nuestro presidente Salvador Allende.
 
En Solidaridad,
 
Pablo Ruiz*
* Fue un ex prisionero político. Fue detenido y torturado en 1989. Estuvo dos años en prisión. Participa en la Comisión Ética Contra la Tortura, el Comité Oscar Romero y de SOAW-Chile.

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